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Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

viernes, 22 de agosto de 2014

Descifran fachada-códice que simboliza cosmovisión prehispánica

Es un hallazgo extraordinario y único en América confiesa el arquitecto Leonardo Amezcua (Instituto Nacional de Antropolgía e Historia (INAH) Centro Guanajuato, representa la concepción del universo prehispánico sobre la fachada de un templo católico del Siglo XVI. Hace años se decía que esa inscripción en el templo de Acámbaro sólo era un típico tapete decorativo.

Los antiguos pueblos mesoamericanos, entre ellos los aztecas, concebían al universo compuesto de tres partes: el cielo, la tierra y el inframundo. A la Madre Tierra se le representaba como un enorme disco. Y se creía que este disco estaba situado en el centro del universo, y el mismo estaba rodeado por un anillo de agua que lo unía con el cielo.


El cielo a su vez se componía según la cosmovisión azteca, de 13 niveles, en forma piramidal, que servían de morada a los dioses. Los primeros cuatro niveles constituían el llamado Teteocán, que estaba ocupado por las tormentas, la luz del Sol, el firmamento, la Luna y demás manifestaciones de la naturaleza.

Los siguientes nueve niveles se conocían con el nombre de Ilhuicatl, donde se encontraba la morada del Dios Rojo de Fuego, el lugar del Dios de la Estrella Blanca del atardecer y el Dios Amarillo del Sol y así… hasta llegar al treceavo nivel que era el más elevado, donde reinaba en la eternidad el Dios Ometecuhlti, el Supremo Creador. Y debajo de la tierra existía el inframundo que se componía de varios niveles, pero de número inferior al cielo. En total eran nueve niveles que eran conocidos con el nombre de Mictlán, el lugar de los muertos. En el nivel inferior tenía su morada el Dios Mictlantecutli, que era el Dios de la Muerte. Y así las almas de los muertos luchaban, a través de los inframundos hasta llegar al noveno y último nivel, donde el alma podía descansar para siempre en la eternidad”. Texto localizado en la Universidad de Alicante, España.

Detalle de la fachada-códice del Templo del Hospital de Naturales, ubicado en Acámbaro, Guanajuato, construido por franciscanos. Manos indígenas tallaron estrellas y símbolos que representan la concepción mesoamericana del universo. Foto: Leonardo Amezcua.
Considerado el edificio más antiguo del estado de Guanajuato, construido entre 1529 y 1532, y ubicado en la ciudad de Acámbaro,  el Templo del Hospital de Naturales fue objeto de un descubrimiento realizado por el arquitecto Leonardo Amezcua, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Centro Guanajuato, la localización de un códice mesoamericano que representa la concepción del universo prehispánico, sobre la fachada de un templo católico del siglo XVI, construido por la orden de los franciscanos.

El investigador dijo que este es un hallazgo único en América, que rompe con ciertos paradigmas propuestos por los especialistas y permite establecer que el sincretismo religioso en el siglo XVI, no sólo se sustentó en la destrucción.

Como parte de la fachada, el recinto contiene gran cantidad de estrellas y símbolos en distintos niveles o estratos. Hasta hace algunos años, especialistas e historiadores del arte creyeron que era un típico tapete decorativo que fusionaba algunos elementos de la tradición mesoamericana con elementos católicos, “Sin embargo, Amezcua comenzó a realizar un breve estudio sobre el significado que tenían las estrellas y otros astros para los antiguos pueblos mesoamericanos, ya que de acuerdo con información previa, se sabía que esa fachada había sido tallada por mano indígena.”

Vista del Templo del Hospital de Naturales construido en el siglo XVI en Acámbaro, Guanajuato, donde se observa la salida del Sol exactamente en la parte posterior de la fachada-códice. Cada 14 de febrero se desarrolla el Festival del Sol Nuevo, frente al recinto religioso. Foto: Leonardo Amezcua.
Como resultado de la investigación, se logró localizar que lo que se aprecia sobre el muro no es otra cosa que la representación plena y premeditada, en este caso por los misioneros franciscanos, del códice sagrado que representa el concepto del universo prehispánico, con sus tres grandes partes: el cielo, la tierra y el inframundo, el cual tiene una medida aproximada de ocho metros de ancho y 12 de altura.

Fuentes:
*Diario La Jornada (México) 22 de Agosto de 2.014

*Cultura Colectiva Blog

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