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lunes, 13 de febrero de 2017

Libros jesuíticos de Misiones son parte del tesoro de la Biblioteca Nacional Argentina


El tesoro de la Biblioteca Nacional guarda en su interior gran parte de la literatura realizada hace 300 años en lo que hoy es la provincia de Misiones, donde convivían jesuitas y guaraníes que fueron los creadores de la primera imprenta y de los primeros libros que se hicieron en América del Sur.

El Territorio visitó días atrás la sala del tesoro que funciona en el tercer piso de la Biblioteca Nacional que fue creada en 1810 por el Cabildo de Buenos Aires y que actualmente se encuentra ubicada en un edificio en el barrio porteño de Recoleta. En esa sala, permanecen protegidos bajo estrictas medidas de seguridad algunos de los ejemplares hechos con la imprenta que los sacerdotes jesuitas Juan Bautista Neumann y José Serrano armaron en la misión de Loreto.

Dentro del tesoro, están Vocabulario de la lengua guaraní, hecho en el año 1722 por el sacerdote jesuita Antonio Ruiz de Montoya y Lunario de un siglo, del astrónomo y sacerdote jesuita Buenaventura Suárez, que corresponde a una segunda edición impresa en el año 1748. Se conservan muy pocos ejemplares de este texto, cuya llegada a la Biblioteca Nacional no está claramente definida, según sus autoridades. Este padre jesuita forjó sus teorías astronómicas en las reducciones de Candelaria y San Cosme, cuando esta última todavía se encontraba en lo que es hoy la provincia de Misiones, entre 1638 y 1740. Un informe de este matutino publicado el pasado 15 de enero refleja su invaluable obra y el vínculo con el rojizo terruño.


Las obras
En la sala del tesoro, hay cerca de 25.000 obras, algunas de las cuales son libros, otros manuscritos y también periódicos que forman parte de la historia del país y del resto del mundo. Para entrar a este sector de la Biblioteca Nacional, se requiere un permiso especial que generalmente se les otorga a investigadores,  porque se trata de obras que no pueden ser manipuladas a la ligera pues por sus años de antigüedad requieren un tratamiento especial. “Afortunadamente gran parte de nuestros tesoros están digitalizados y por lo tanto pueden ser vistos por investigadores que estén en Misiones o en cualquier parte del mundo, que ingresando a la página web de la Biblioteca pueden tener un acceso directo a estas obras entre las que también están los incunables”, explicó el jefe del área del tesoro, Juan Pablo Canala.

Seguidamente, comentó que “se consideran incunables a los libros hechos a partir de la primera imprenta inventada por Gutenberg, alrededor del año 1440 hasta el 31 de diciembre de 1500 que por ser la época de cuna en la que nació la imprenta se los denomina así”. 

El especialista en letras agregó que “por extensión también se llaman incunables a los primeros libros hechos en otras partes del mundo, como por ejemplo los realizados en las misiones jesuíticas que fueron los primeros de Sudamérica”. 

En el tesoro de la Biblioteca Nacional, hay 21 incunables, entre los que figuran originales de  una hoja de la primera Biblia que imprimió Gutenberg entre 1455 y 1460, La ciudad de Dios de San Agustín y La Divina Comedia de Dante Alighieri.

Canala señaló que “originariamente contábamos con una colección mucho más grande de libros jesuíticos pero en 1999 durante la presidencia de Fernando De La Rúa se realizó el envío de la colección de  textos jesuíticos al Colegio Mayor de Córdoba, donde se encuentran en la actualidad”.  

Estas obras que fueron hechas en siglos pasados se encuentran cuidadas y protegidas de todo tipo de daño, como por ejemplo de los efectos de la humedad o de los cambios bruscos de temperatura. Por eso permanecen custodiadas bajo estrictas normas de seguridad en un sector especialmente acondicionado para su conservación, que también incluye alarmas, circuitos cerrados de cámaras que registran todo tipo de movimiento durante las 24 horas y sensores especiales para detectar esos libros dentro o fuera del edificio, casi como si se tratara de la bóveda de un banco.

Finalmente, dijo que la Biblioteca Nacional “hace tiempo viene trabajando en la digitalización de todo sus materiales para hacerlos accesibles a todas las personas del mundo que deseen leerlos, sin la necesidad de ingresar físicamente al edificio, por eso desde el espacio  que denominamos Trapalanda trabajamos para la puesta en acceso digital de todos nuestros fondos”. 

Vocabulario de la Lengua Guarani por Antonio Ruiz de Montoya (1.722)
Historia de libros que son tesoros 
El tesoro nació en octubre de 1932 como una zona reservada para investigadores acreditados en lo que fue la tercera sede de la Biblioteca Nacional en la calle México. Su primera sede había sido durante dos años el Cabildo de Buenos Aires y luego la Manzana de las Luces, donde comenzó a funcionar a partir del 13 de septiembre de 1810. 

“Obviamente se trata de un conjunto de obras con características de antigüedad, rareza, lujo o valor histórico que las hacen únicas y por lo tanto es uno de los sectores más protegidos de todo el edificio”, explicó finalmente Canala.

El fondo primitivo de la institución que también se encuentra en la sala del tesoro y está conformado por las piezas bibliográficas reunidas al momento de su fundación en 1810, tales como la librería del obispo de Buenos Aires, Manuel Azamor y Ramírez, la del obispo Orellana, las donaciones de Manuel Belgrano, Saturnino Segurola, Luis José de Chorroarín y Mariano Moreno.

Fuente>Diario El Territorio (Posadas) 13 de Febrero de 2.017


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