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miércoles, 20 de septiembre de 2017

Controversia e identidad mapuche


Escrito por Julio Vezub
El autor es investigador independiente, Conicet. Profesor titular de Historia Argentina II (1852-1930), FHCS-UNPSJB. Vicedirector del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas
Los araucanos-mapuches, sin entrar en detalle sobre los etnónimos o las denominaciones étnicas que han ido variando con los siglos, o según quiénes las aplican, tienen presencia histórica en los territorios actuales del centro-sur de Argentina y Chile. El registro arqueológico y genético identifica la continuidad poblacional a ambos lados de la cordillera, y muestra la existencia de ancestros mapuches en Neuquén y la Pampa central desde hace al menos mil años de antigüedad. Debe recordarse que la conformación de los Estados nacionales argentino y chileno es posterior a dichas identidades poblacionales.
Dentro de un complejo proceso de mestizaje e hibridación con las poblaciones mapuches, los patagones-tehuelches practicaron una territorialidad trashumante al sur del río Limay-Negro durante los siglos XVIII y XIX.
Tres precisiones complementarias:
-Igual que en el caso araucano-mapuche, donde coincide más de una denominación, se debería hablar de "pampas" o "gunüna küne" entre los ríos Negro y Chubut, y de "aónikenk" más al sur. "Tehuelche" es un vocablo en lengua mapuzungún o "mapuche", lo que demuestra dichos intercambios y contactos culturales.
La expansión de la Argentina hacia la Patagonia data de las décadas de 1870 y 1880, por lo tanto, el territorio argentino no siempre fue "nuestro", y es resultado de conquistas a expensas de las poblaciones originales, mapuches y tehuelches.
-En tanto alumno doctoral de Casamiquela, puedo afirmar que su conocimiento de las lenguas tehuelches, en plural ya que hay más de una, era importante pero parcial. No fue el último hablante ilustrado, ya que el uso doméstico y cultural de estas lenguas persiste entre familias gunüna küne y aónikenk actualmente existentes, y nuevas generaciones de estudiosos contribuyen a la recuperación de estas.
Calfucurá escribió, en 1861, desde Salinas Grandes: "Yo no estoy en estas tierras por mi gusto, ni tampoco yo soy de aquí, sino que fui llamado por don Juan Manuel [de Rosas] porque estaba en Chile y soy chileno; y ahora hace como treinta años que estoy en estas tierras". "Chileno" y "Chile" eran atribuciones imprecisas que se aplicaban a cualquier persona o región cordillerana del sur. La territorialidad nuclear del linaje era el volcán Llaima, en el límite actual entre los dos países, un territorio autónomo durante la mayor parte del siglo XIX. Calfucurá y Namuncurá tenían orígenes tehuelches para Casamiquela. En lugar de "gran invasión", debería hablarse de intensificación de las migraciones o sedentarización mapuche en las pampas, que fue un proceso previo a 1833. Data de las revoluciones de independencia y el desmoronamiento del Imperio español, y se refuerza con el acuerdo entre Calfucurá y Rosas, que les permitió a ambos un nuevo sistema de control territorial del sur bonaerense apoyado en los lazos parentales preexistentes entre poblaciones pampeanas y cordilleranas de distintas etnias. Rosas combinó alianzas y subordinación de mapuches y tehuelches con matanzas sistemáticas. Efectivamente, "lonco" es el nombre que los mapuches dan al cacique. Por su parte, Roca denominó a otro de los grandes loncos, Valentín Saygüeque, "el último de los mohicanos".
El malón, la captura de recursos ganaderos, la cautividad y la violencia fueron características de las guerras de independencia y de caudillos, no solamente de los indígenas. Los hacendados mendocinos y bonaerenses también participaban de los arreos hacia Chile con los indígenas de distintas etnias como intermediarios. El comercio y las raciones estatales a los "indios amigos" reemplazaron al saqueo como fuente principal de esta economía ganadera a partir de Rosas, pero el número de 50 mil cabezas fue una exageración de Estanislao Zeballos para justificar las campañas militares de Roca. Deslegitimar a los mapuches actuales por la crueldad de las guerras del siglo XIX es tan absurdo como hacerlo con los provincianos de hoy por las matanzas de sus ancestros cordobeses, riojanos, porteños o santafecinos en las guerras entre unitarios y federales.
Si bien es cierto que los mapuches predominaron demográfica y militarmente sobre los tehuelches, hay fuentes de época muy calificadas, como el viajero inglés George Ch. Musters o el primer gobernador de la Patagonia, Álvaro Barros, que muestran que los tehuelches como guerreros no quedaban a la zaga, y que las guerras tribales no solamente se libraban entre etnias diferentes, sino también entre parientes. Todo este proceso se dio en el contexto de las guerras de colonización y formación del Estado. Como se ha dicho, las lenguas tehuelches no han desaparecido, y si los hablantes han mermado, ha sido causa de la Conquista del Desierto que también los tuvo por víctimas.
Mariano Requecura controlaba los pasos Llaima e Icalma en Neuquén porque eran parte de su territorialidad ancestral a ambos lados del límite actual entre las naciones. La cordillera de los Andes es ancha además de larga, hubo y hay familias que habitan en la cordillera, además de en uno u otro lado. Hasta la década de 1960 continuaban con su ganadería de invernada y veranada, yendo y viniendo entre campos de pastoreo de ambos lados de la frontera.
Sobre los lanceros, los documentos recomiendan prudencia: más apropiado es referirse a cientos, que solamente podían reunirse articulando confederaciones entre loncos o caciques.
Francisco P. Moreno hablaba de mapuches, entre otras fuentes autorizadas como la correspondencia del cacique Saygüeque, quien encabezó entre 1860 y 1880 la Gobernación Indígena de las Manzanas, con núcleo en Neuquén, y que fuera reconocida por Roca entre otras autoridades nacionales. He aquí un antecedente para la negociación de políticas entre el Estado nacional y los planteos autonomistas de carácter indigenista. La palabra "mapuche" es anterior al siglo XVIII, y es recogida por el padre Andrés Febres en su diccionario de 1765. Los topónimos en lengua mapuzungún son otro indicador de la antigüedad histórica mapuche en la Patagonia y las pampas bonaerenses. Los etnónimos "puelche" y "ranculche" (o ranquel) comparten el sufijo "che", 'gente'.
La sangre no es el único ni el principal componente de la identidad. La identidad se construye cultural e históricamente, y se trasmite en relaciones de colaboración, intercambio y conflicto con otros. La apreciación de rasgos fenotípicos como la tez es un indicador muy subjetivo, y que ha caído en desuso para los antropólogos, tanto culturales como biólogos. La categoría "blanco" es completamente imprecisa, más aún en un país donde los estudios demuestran que más del 50% de la población tiene genes indígenas. Muchos mapuches son y se definen como criollos y tienen su apariencia. La combinación de apellidos galés y mapuche evidencia el proceso de mestizaje que se ha dado en la Patagonia.
Los mapuches son descendientes de mapuches. Algunos de sus ancestros eran nacidos dentro de los límites actuales de Chile, y otros dentro de los de las provincias de Neuquén, Mendoza, San Luis, La Pampa, Buenos Aires, Río Negro y Chubut, cuando ni Chile ni la Argentina eran siquiera proyectos de nación. Los mapuches tienen los mismos derechos que los argentinos de origen piamontés, napolitano, sirio o africano. Entre otros, el derecho a reclamar la restitución de todo aquello que les fue arrebatado por la fuerza durante y después de las campañas militares de 1880. También los asiste el reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos establecido en la Constitución Nacional, y el convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales, ratificado por la Argentina en el año 2000, que establece en su artículo 14: "Deberá reconocerse a los pueblos interesados el derecho de propiedad y de posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan".
Fuente: Infobae – 20 de Septiembre de 2.017

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